Finales Felices

Perito

Habían pasado casi diez años desde que mi Milú emigró de este plano y no me atrevía a dar el paso para adoptar a otro perrito, estaba llena de temor a sufrir nuevamente otra perdida de otro hijo perruno. Un día iba de camino al Costanera con la mente dispersa en otros asuntos, cuando de pronto ví a Pierito en la carpa de adopciones. Se escuchaba junto al ruido de la ciudad un ‘perritos en adopción, perritos en adopción’ y por alguna razón no pude seguir caminando, sentía la necesidad de acariciar a ese perrito negro que estaba junto a Pamelita y a otro chascón. Su mirada me cautivó, se veía tan frágil y ahí estuve con él un ratito. Posterior a ello partí de regreso a mi casa un revoltijo de sentimientos sabiendo que él ya estaba en proceso de adopción. Pasó un mes y casi no lo podía olvidar cuando de pronto por otro motivo nuevamente me dirigía al costanera y allí estaba, aún estaba mi Pierito con sus ojitos de temor, sus papis adoptivos se habían arrepentido. Esta era mi oportunidad! pero sentía tanto, tanto miedo de tomar una decisión la cual podría implicar fallarle a este pequeñito.

La verdad estaba aterrada, pero el sentimiento y amor que ya sentía por él era mucho más grande y gracias al apoyo de unos amigos y sus palabras de aliento es que decidí adoptarlo.

Desde la noche que llegó Pierito hasta ahora, no ha habido ningún solo segundo que me arrepienta de la decisión que tomé. Volver a sentir este amor incondicional ha sido una experiencia sublime, por la cual me siento muy bendecida y agradecida cada día de mi vida.