Llegando a Santiago de Chile por tercera vez, decidí quedarme durante el invierno y seguir mi viaje después. Por lo tanto, quise hacer algo bueno mientras y empecé a buscar fundaciones que trabajaran con animales de la calle. Donde la Mery fue la tercera Fundación en la que participé de una jornada de adopción, quería conocer su funcionamiento y fue la única que me convenció de una, por la simple razón de que tienen el bienestar de los perritos como prioridad, sea en las jornadas, en el refugio o en el proceso de adopción. Me alegró aún más el hecho que la Fundación tiene un proceso fijo de adopción y no dan los perros a cualquiera. Sino que se aseguran que sea el último hogar y que no vuelven a terminar en la calle. Me enteré que muchas personas tienen otra relación con sus mascotas de lo que yo conozco de otros países que visité. No siempre está visto como un miembro de la familia y tampoco ponen su bienestar al mismo nivel. Hay animales que se la pasan encerrados con pocas horas de compañía y sirven más de distracción para los niños o los adultos. Al parecer la mentalidad está en movimiento de cambio, los perros ya no sólo sirven para defender el hogar y empiezan a tomar otro puesto en la sociedad. Espero que eso siga así y que las leyes de protección animal seguirán mejorando. El trabajo como voluntaria estuvo muy bello, durante las jornadas aprendí un montón sobre perros, las leyes chilenas, su cultura y el chileno. Lo disfrute tanto que fue una de las razones porque termine quedándome más tiempo. Chile es un país hermoso y tuve el placer de conocer un montón de gente maravillosa. Le agradezco a Myriam y la Fundación por todo que me enseñaron y espero poder ir a visitarlos en su propio terreno muy pronto.

Isy.

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